Hay ideas que llegan a tu taza cargadas de matices. El Bulletproof Coffee es una de ellas. Para algunos, representa energía estable y enfoque mental desde primera hora. Para otros, suena a sacrilegio contra el cafë de verdad. Entre esas dos miradas se abre una pregunta que merece una pausa: ¿qué sentido tiene mezclar café, grasa y rendimiento cognitivo?
De los pasos del Himalaya a los teclados de Silicon Valley
Todo empieza a gran altitud. Dave Asprey, empresario del mundo tech, probó en el Tíbet el té con mantequilla que pastores y monjes toman desde hace siglos para resistir el frío y mantener la claridad. Ese té, espeso y nutritivo, ofrece energía sostenida y saciedad en un entorno extremo.

De vuelta a su rutina digital, Asprey adaptó la idea: sustituyó el té por café, mantuvo la mantequilla (preferiblemente de vacas alimentadas con pasto) y añadió aceite MCT, rico en triglicéridos de cadena media. El resultado: una bebida pensada para optimizar la mañana, sin picos ni caídas.
Así nació el fenómeno Bulletproof, que se expandió por foros de biohacking, comunidades paleo y oficinas donde la mente se considera una herramienta a perfeccionar. La idea resonaba con fuerza: más allá del sabor, el café podía ser una forma de alimentar el cerebro.
¿Qué se busca al tomarlo?
La intención suele ser clara: concentración, saciedad y una energía que no suba como un pico de montaña rusa. Los MCT se metabolizan con rapidez y generan cuerpos cetónicos, que algunas personas relacionan con un estado de mayor claridad mental. La mantequilla aporta textura y un extra de combustible. Y el café, como siempre, despierta.
Muchas personas lo integran dentro del ayuno intermitente, aunque técnicamente lo rompe. Aun así, permite mantener bajo el estímulo insulínico y aplazar la comida sólida sin sentir hambre o ansiedad.
También influyó la narrativa. El Bulletproof unía una inspiración ancestral con un lenguaje propio del mundo tecnológico: protocolos, métricas, rendimiento. En una época de optimización personal, esa combinación conectó con quienes buscaban estructuras para rendir mejor.
Desde el otro lado de la barra
Para quienes trabajamos con café de especialidad, la mezcla se observa con cierta distancia. Un café de origen único, cultivado con esmero y tostado para resaltar su carácter, merece ser disfrutado por lo que es. Añadirle grasa altera la textura, pero también recubre el paladar y diluye los matices aromáticos. En otras palabras, cambia la experiencia.
No se trata de condenar la mezcla, sino de entender su función. El Bulletproof Coffee tiene sentido si lo ves como una herramienta para un momento concreto, pero no como sustituto de una extracción limpia. Si te interesa lo que el café tiene que contar —su acidez natural, su dulzor, su cuerpo—, conviene dejarlo hablar.
Porque sí, el café también se escucha.
Funcionalidad y disfrute: caminos que pueden cruzarse
En Koficafë no creemos en bandos. Creemos en intención. Hay mañanas que piden un café silencioso, preparado con calma. Y otras en las que necesitas empuje y foco. El Bulletproof puede funcionar como apoyo puntual, sin que eso anule el valor de una taza desnuda y transparente.
Lo funcional y lo sensorial pueden convivir, siempre que sepas lo que estás eligiendo. Si buscas placer aromático, déjale espacio al café sin añadidos. Si buscas estabilidad energética, la grasa puede ayudarte. Pero es importante recordar que una cosa no sustituye a la otra.
Un ritual con técnica, sin dogmas
Quien lo prepara suele hacerlo con cuidado. Se emulsiona la mezcla para evitar que el aceite se separe. Una batidora de vaso o un espumador pueden marcar la diferencia. También se recomienda empezar con poca cantidad de MCT, ya que en exceso puede resultar indigesto.

El café, claro, sigue siendo importante. No conviene usar uno cualquiera, ni tampoco un microlote con perfil complejo. Un grano honesto, de tueste medio y molienda fresca, es suficiente. La calidad se nota incluso en formatos funcionales.
Un dato curioso: el término Bulletproof está registrado como marca. Hubo incluso intentos legales de protegerlo frente a imitaciones, aunque hoy se usa de forma más genérica para referirse a cualquier café con mantequilla y MCT. Detalles que ilustran cómo una idea puede escalar y salir de las manos.
¿Qué cambia en la experiencia?
La grasa suaviza la acidez, aumenta la untuosidad y reduce el amargor. Si vienes del espresso directo y te resultaba agresivo, notarás una textura más redonda. Si lo que te interesa es distinguir los aromas, probablemente eches de menos esa definición.
A nivel de saciedad, suele ser efectivo: llegas a media mañana sin hambre, con la mente despejada. Y si estás en días de mucha exigencia, puede ser una opción útil. No mejor, no peor. Solo distinta.
Para terminar
La pregunta no es si el Bulletproof Coffee está bien o mal. La pregunta es qué buscas tú en cada taza. Hay días para preparar un filtro etíope y perderte en sus notas. Y otros para batir grasa con café y sentarte a escribir, pensar o crear. Lo importante es cómo eliges, no lo que eliges.
El cafë puede ser combustible, pero también puede ser arte. Tú decides cómo lo tomas y qué parte de ti despierta con cada taza.