En los últimos años, el café de especialidad ha comenzado a ocupar un lugar destacado en el mundo gastronómico, rivalizando con el vino en términos de complejidad y apreciación. Hoy, no se trata solo de pedir un café con leche o un espresso. Para los aficionados al café de especialidad, seleccionar el grano adecuado puede ser tan exigente como elegir un buen vino. Las notas de cata, los orígenes y los métodos de procesamiento son ahora temas habituales en las conversaciones sobre café, y aprender a seleccionar el grano perfecto puede elevar tu experiencia a otro nivel.
En este artículo, te guiaremos por el proceso de elegir tu grano de café como si fueras un sumiller, explorando las características que debes tener en cuenta y cómo apreciar los matices en cada taza.
El paralelismo entre el cafë y el vino: ¿qué tienen en común?
Al igual que el vino, el café es una bebida que puede variar enormemente en función de su origen, proceso de producción y preparación. Así como el vino se distingue por la variedad de uvas y las condiciones climáticas en las que crecen, el café refleja las características del suelo, el clima y la altitud donde se cultiva.
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Origen: el lugar donde se cultiva el café, al igual que el vino, influye en gran medida en su sabor. Los cafés de Etiopía, por ejemplo, tienden a tener notas florales y afrutadas, mientras que los de Brasil son conocidos por sus sabores más chocolateados y a nuez. Un sumiller de café, igual que uno de vino, debe prestar atención a estas diferencias geográficas.
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Proceso de producción: la forma en que se procesan los granos también es crucial. El café lavado, por ejemplo, resalta los sabores más limpios y brillantes, mientras que el café natural ofrece un perfil más afrutado y denso. Esto es comparable al proceso de fermentación del vino, que puede afectar profundamente las notas finales que percibimos en cada sorbo.
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Notas de cata: así como un sumiller de vino describe los sabores en términos de frutas, especias o notas terrosas, los aficionados al café hablan de sabores cítricos, florales, dulces o especiados. Cada taza de café bien seleccionado tiene una complejidad única que puede ser apreciada si se presta la atención adecuada.
Entender el origen del cafë: la clave para elegir como un experto
La primera lección para aprender a seleccionar tu grano de café como un sumiller es prestar atención a su origen. Al igual que con el vino, cada región cafetera tiene su propio "terroir", es decir, las condiciones específicas de suelo, clima y altitud que determinan el sabor del grano. Aquí algunos ejemplos de los perfiles de sabor según la región:
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Etiopía: los cafés etíopes son altamente valorados por su complejidad y suelen ofrecer notas florales, frutales y cítricas. Es una de las regiones más destacadas en el mundo del café de especialidad. Si disfrutas de un café con una acidez marcada y perfiles de sabor frescos, Etiopía es una excelente elección.
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Colombia: famoso por sus cafés equilibrados con una acidez suave y notas de frutas tropicales y caramelo, Colombia produce algunos de los cafés más populares del mundo. Es ideal para quienes buscan un grano con cuerpo pero fácil de beber.
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Brasil: los granos brasileños tienden a ser más suaves y con notas a chocolate, frutos secos y especias. Son perfectos para quienes prefieren un café más dulce y con menor acidez. Si te gusta un espresso con cuerpo y lleno de sabor, un café de Brasil puede ser tu mejor opción.
Proceso de producción: natural, lavado o honey, ¿cómo afecta el sabor?
Otro aspecto importante al elegir un grano de café es su proceso de producción. Existen tres métodos principales: natural, lavado y honey. Cada uno de estos procesos afecta el perfil final del café de manera significativa.
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Café natural (o secado al sol): en este proceso, los granos de café se secan con la pulpa de la cereza aún adherida. Esto da lugar a un perfil de sabor más afrutado y dulce, a menudo con notas a bayas o frutas tropicales. Los cafés naturales suelen tener una acidez más suave y una textura más densa en la boca, lo que los hace similares a algunos vinos afrutados.
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Café lavado: en este caso, se retira la pulpa de la cereza antes de secar los granos. Este proceso permite que los sabores limpios y brillantes del grano se destaquen, resultando en cafés más claros y definidos, con una acidez más pronunciada. Si disfrutas de un vino blanco fresco y afrutado, es probable que los cafés lavados te gusten más.
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Café honey: el método honey es una especie de punto intermedio entre el natural y el lavado. Se deja parte de la pulpa durante el secado, lo que genera un café con un equilibrio entre dulzura y acidez. Si prefieres un vino equilibrado, los cafés honey podrían ser tu mejor opción.
La importancia de las notas de cata: ¿cómo "degustar" el café como un sumiller?
Al igual que en el mundo del vino, la cata de café se ha convertido en un arte. Los sumilleres de café, conocidos como "Q Graders", utilizan un protocolo de cata (o "cupping") para evaluar los granos. Sin embargo, tú no necesitas ser un experto certificado para empezar a apreciar las sutilezas del café. Aquí te explico cómo hacerlo:
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Aroma: antes de probar el café, olfatea los granos molidos. El aroma del café puede revelarte mucho sobre sus características. Un buen café tendrá un aroma vibrante y complejo, que puede ir desde notas florales hasta especias o frutos secos.
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Sabor: toma un sorbo de café y déjalo reposar en tu boca por unos segundos para apreciar sus notas de sabor. ¿Notas algo cítrico? ¿Tal vez un toque a chocolate? Las notas afrutadas y ácidas son comunes en los cafés africanos, mientras que los sabores a nueces o chocolate predominan en los cafés de América Latina.
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Cuerpo: el cuerpo del café se refiere a la sensación en la boca. Un café con mucho cuerpo tendrá una textura más densa y rica, mientras que un café ligero será más suave al paladar. Esta característica es similar a la forma en que describimos la textura de un buen vino.
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Acidez y dulzura: la acidez es una parte crucial del perfil de sabor de un café. No se trata de una acidez desagradable, sino de un frescor que aporta brillo al café. Los cafés afrutados tienden a ser más ácidos, mientras que los más tostados o procesados naturalmente suelen ser más dulces.
Café y vino: ¿es realmente una comparación válida?
El café y el vino tienen más similitudes de las que podrías pensar. Ambos están profundamente ligados a su origen, ambos dependen de procesos que alteran su sabor y ambos ofrecen una variedad de matices que pueden ser apreciados por los conocedores. Sin embargo, una de las principales diferencias es el grado de personalización en la preparación del café: puedes ajustar la molienda, la temperatura y el tiempo de extracción para alterar el sabor, algo que no puedes hacer tan fácilmente con el vino.
Al final, tanto el café como el vino son bebidas que invitan a la reflexión y la apreciación. Ser capaz de elegir un grano de café como lo haría un sumiller con una botella de vino puede abrirte a un nuevo mundo de sabores y experiencias.
Para terminar
El café, al igual que el vino, ha ganado su lugar como una bebida digna de apreciación y análisis detallado. Al aprender a elegir el grano adecuado, basándote en su origen, proceso y perfil de sabor, puedes mejorar tu experiencia diaria y disfrutar cada taza como si fuera una degustación.
Así que, la próxima vez que compres café, piensa como un sumiller: considera de dónde provienen los granos, cómo han sido procesados y qué notas puedes esperar en cada sorbo. Descubrirás que, al igual que en el mundo del vino, el café tiene mucho más que ofrecer de lo que parece a simple vista.