Píldoras kofiteras

Hace unos años, ver un cartel que dijera “No tenemos wifi. Hablen entre ustedes” parecía una broma hipster. Hoy, es cada vez más común encontrar cafeterías que eligen deliberadamente prescindir del wifi. Y no por desinterés tecnológico o por falta de recursos, sino como una forma de reivindicar algo mucho más esencial: el valor de estar presente.

Antes de convertirse en la bebida que acompaña nuestras mañanas, el café formó parte de rituales espirituales, actos de hospitalidad sagrada y prácticas místicas. Desde monasterios hasta desiertos, su aroma no solo despertaba los sentidos, también abría espacios de conexión, concentración y recogimiento. Hoy, al preparar una taza con calma, todavía resuenan algunos de esos gestos antiguos.

El café necesita condiciones muy particulares para desarrollarse bien. Temperatura estable, lluvias moderadas, sombra, altitud y suelos ricos en nutrientes. Por eso crece principalmente en una franja del planeta conocida como el cinturón tropical: una zona que rodea el ecuador entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, atravesando América Latina, África y Asia. Y en ese cinturón, muchos de los grandes cafetales coinciden con regiones de origen volcánico.

Hay gestos que se repiten cada día casi sin pensarlo. Tomar café es uno de ellos. Ya sea en calma o mientras el día comienza, ese momento cotidiano se convierte en un punto de referencia dentro del ritmo diario.
Esa repetición lo convierte en un terreno fértil para cultivar hábitos. Porque lo que se repite, se integra. Y si se acompaña de una acción sencilla y consciente, puede dar lugar a cambios que perduran.

Antes de que el dinero se pareciera a un billete, una tarjeta o una cifra en la pantalla del móvil, adoptó formas muy distintas. Fue sal, cacao, conchas, telas, ganado, especias o ladrillos de té… y en algunos rincones del mundo, también café.

Cuando acercas una taza de café a tu nariz, comienza un viaje que no necesita mapas. A veces te envuelve el aroma de un jardín en primavera, otras, la nostalgia de la tierra mojada tras la lluvia. El café es una de las bebidas con mayor complejidad aromática del mundo, y cada matiz que percibes cuenta una historia. ¿Por qué existen aromas tan distintos en una misma bebida? La respuesta está en la naturaleza, en la ciencia y en el arte de quienes cultivan, procesan y tuestan los granos.